De repente el tiempo cambia de velocidad, tu mente entra en un espacio de vacío, que te permite ser observador: observador y creador de tu vida.
Desde esa mente superior, es donde generas tu propia realidad.
Se produce un cambio de mirada:
Miras con la fuerza, con la determinación, con el poder interior de un samurai ZEN.
Miras con la dulzura, con la compasión, con el amor altruista, incondicional, de un ser búdico.